Un 1/4 de península en cinco días















La ruta: Madrid-Lisboa-Sintra-Cabo Da Roca-Cascais-Lisboa-Obidos-Porto-Madrid. Puf.






Fueron 1850 kilómetros, cinco ciudades portuguesas y cinco días de viaje. Entrando a metrópolis sin conocer sus calles ni sus salidas de autopistas o cómo llegar el hostel, el castelo (castillo) o la praia. Pero en fin, nos fuimos, lo hicimos y llegamos.

El Pepecar -un Nissan Micra 1.2, de 80HP- se portó excelentemente. Eramos cinco personas (5 otra vez!) y entramos justito, con los bolsos y el baúl cerrado a presión. En unas 6 horas y media salimos de España sin darnos cuenta -fronteras abiertas de la UE- y entramos al bello Portugal, país de montañas y vegetación frondosa, con ambiente más humedo que el de las Castillas españolas.



1.0 Lisboa

En Lisboa uno siente estar en el primer mundo y en el tercero a la vez. Hay cierto aire a Europa del Este, que se huele sin que uno la conozca. Mendigos andan por calles que luego terminan en modernos túneles y autopistas; hay edificios caídos a pedazos y en primer plano, taxis Mercedes Benz. "Esta es la puerta de entrada a Europa para nosotros", nos dice un taxista brasilero, en un castellano casi perfecto, luego de que intentemos con nuestro pobre portugués. Cómo está afincado hace años en esta ciudad, le preguntamos por qué todos los taxis son Mercedes Benz, ya sean modelos de los '80 o de los '00. Y nos contesta: "Por tradición". No convence.

Tradición o no, Lisboa se enorgullece de ser vieja. Sí, tenemos un tranvía de principios del siglo pasado, calles empedradas, aceras de azulejos y centro histórico derruído. Es bella, claro, pero por momentos pareciera que ya es demasiado abandono. Una cosa es la Ciudad Vieja en Montevideo y otra cosa es que todo el enorme centro histórico sea eso. El Río Tejo, bastante contaminado. Venga, como dicen España, está muy linda igual.

Peixe -en especial, el bacalao-, queijo, cerveja, a cualquier hora, ofrece la capital de Portugal. También mucha diversión nocturna en el Barrio Alto, donde sí que se debe subir, al punto que hay un tranvía que te arrima a la cima de la loma y hasta precipicios.








La Rua Da Madalena, en el centro histórico; el Río Tejo y el puente 25 de abril; la Plaza Dos Restauradores; y el histórico tranvía, que funciona como una línea común de transporte de pasajeros.













Contrastes: un mendigo duer
me en un banco de la Avenida Da Liberdade; no puede subirse a un Mercedes Benz taxi, aunque la bajada de bandera sea más barata que en Madrid








2.1 Sintra


Siento que no llegamos a recorrer bien Lisboa porque al día siguiente nos fuimos a la selvática Sintra, con su Palacio da Pena y su Castelo dos Moros. Por aquí la oficina de turismo informa mal los precios y las combinaciones: en total, 13 euros para entrar a los dos lugares más €4,50 obligados de un bus que te sube el cerro. M{as o menos unos dos menús de almuerzo. También los de turismo dijeron que no había lugar para "aparcar", pero sí había.



En fin, el Palacio Da Pena fue una de las residencias de la familia real portuguesa, de la que sabemos menos que la española, así que mejor no dedicarle palabras. Es de 1836 y es una mezcla de estilos desde el neogótico hasta al neoislámico, pasando por el neorenacimiento, según Wikipedia. No es que dé pena, sino que está situado sobre una roca gigante que permite ver el Atlántico; de allí, su nombre (pena=peña). Tras una larga cola de turistas de Semana Santa, encontramos dentro todos los enseres de la reina y el rey, hasta el mínimo detalle y cuidado, con salas adornadas en distintos estilos, según lo que podía usurparse de las colonias portuguesas de entonces. Muy cerca está el Castelo dos Mouros (Castillo de los Moros), o mejor dicho lo que quedó de él, sus ruinas. Mucho no podemos decir ya que una lluvia casi aguanieve nos arruinó brevemente la tarde y tuvimos que batirnos en retirada.










Castelo Dos Mouros (izq.) y dos detalles del Palacio Da Pena, desde donde los reyes portugueses podían ver el mar.






2.2 Cabo Da Roca


Subidos al Pepecar nuevamente, en unos 30 minutos estamos en el punto más occidental de Europa, allí donde "a terra se acaba e o mar começa". Es Cabo Da Roca, un bello acantilado en el que encontramos a japoneses sacándose fotos junto a una piedra insulsa del Rotary Club, seguramente suponiendo que es algo importante. Colombia, El Salvador, Perú, Ecuador y Argentina estuvimos en este cabo más cerca de casa que nunca en estos meses.




2.3 Cascais

En un ratito más sobre una ruta que bordea el mar se llega a Cascais, una prolija villa turísitica con veleros encallados en su puerto. Ello ya daba da idea de cierto "pijismo" (chetismo), por lo que miramos los precios de un almuerzo tardío (6 PM) con mucha precaución. Fue media tarde de paseo, donde pudimos comer un exquisito arroz con mariscos.

















Cascais, una villa veraniega pero con algo de vida en "primavera".







3.1 Óbidos

Porto (que los españoles se empeñan en llamar "Oporto", por el vino que sale de allí) es la segunda ciudad de Portugal. Un interesante monstruito con calles que suben y bajan a lo loco, como en Lisboa. Pero antes de completar los 320 km que la separan de la capital, hay que hacer un paréntesis en Óbidos. En un borde la autopista A8 aparece este pueblito nunca convertido en ciudad, rodeado de una muralla gobernada por un castillo, como el de las hadas de los cuentos. Este caserío se quedó encerrado dentro de la muralla y, por tanto, en el tiempo. Flores, adoquines en las calles, tapiales blancos con líneas de colores y casitas de tejados bajos.















Obidos está a un costado de la autopista N8 y hay que visitarla, si se viaja hacia Porto.







4.0 Porto


Ahora sí, Porto. Más barata que Lisboa (bastante más, a veces con almuerzos que salían la mitad), tiene también su centro histórico derruido, y cuadras y cuadras en ese estado. Por algo es Patrimonio de la Humanidad, según la Unesco. "Me da una pena", decía, sin embargo, un joven con acento español, metido en un grupo de turistas que contemplaban las ventanas sin vidrios y las paredes despintadas o descascaradas.



La ciudad se levanta sobre el río Douro, en una colina empinada que desgrana pequeños edificios y torres de iglesias. Eso permite espectaculares vistas y atardeceres sobre el río. Varios puentes -uno de hierro, al típico estilo del siglo XIX- acercan a la otra orilla, al distrito de Gaia, con perfil más de balneario de temporada veraniega. Como Lisboa, Porto creció junto al río, que a su vez desembocaba en el Oceano Atlántico, y varios restorancitos y bares invitan al turista a tomarse un tintillo o una cerveja. Además del vino típico, su comida obligada son las Tripas á moda da Porto, que probamos (foto).

Queda mucha información afuera, pero el lector comprenderá que es imposible resumir cinco días en unos pocos párrafos.















El Centro Histórico de Porto es Patrimonio de la Humanidad, según la Unesco.



El grupete: Eu (Francisco, Argentina), Alejandro (Colombia), Norka (Perú), Allen (o simplemente, Panchana, Ecuador) y Gabriel (El Salvador). Y una simpática gaviota que espero comida de nosotros, en vano.








BONUS TRACK: La campaña cuasi intimidatoria para reducir accidentes. En España estaban los mismos carteles y recordaban 66 muertos

No hay comentarios:

Publicar un comentario