Habíamos visto de todo pero esto lo supera. España vive una de esas situaciones propias del primer mundo, que atrae y expulsa con tanta facilidad a miles o millones de personas. Los inmigrantes -magrebíes, latinoamericanos y de Europa del este, mayormente- son la carne de cañón del mercado, de una sociedad que se considera inferior a la media europea pero superior a la media latinoamericana y de un gobierno que se pretende socialista y que no acierta en nada.
Algunas pinceladas. En marzo, la "polémica" se llevó varias tapas de diarios cuando un sindicato policial denunció que entre los uniformados se fomentaba la detención de "sin papeles" (inmigrantes ilegales) para recibir así premios y francos de servicio. Era un cupo semanal que, en la comisaría de Vallecas (Madrid), debía llegar a 35 presos por semana. Los controles -uno de ellos, en la estación paradójicamente llamada Avenida de América- se hacían a la salida del metro, donde los integrantes de la Policía Nacional se dedicaban a "cazar" inmigrantes (ver, como ejemplo, "Detenido el único negro de la fila")
La "polémica" quedó ahí y hasta se llevó puesto a un ministro de Interior. Cada tanto ocurren episodios aislados, y no tanto: una familia ecuatoriana agredida por xenófobos, y un colombiano que recibió una paliza en la puerta de su casa en Fuenlabrada (Madrid), son algunos de ellos. La iniciava "Plan Retorno" del gobierno, entretanto, no ha obtenido los resultados que se esperaban (sólo se acogieron 462 personas en el primer trimestre)
Pero lo último es lo peor: un inmigrante boliviano perdió un brazo que le trituró una amasadora industrial y su empleador -que ya lo explotaba con 12 horas diarias, 6 días de trabajo por semana, nada de vacaciones y apenas 700 euros al mes- lo dejó a la deriva y le tiró el miembro a la basura. Los médicos denunciaron el caso, la Guardia Civil detuvo a los jefes, pero ya fueron liberados. En la fábrica, ubicada en un polígono industrial de Gandia (Valencia) todos eran inmigrantes. El Gobierno, en tanto, anunció la posibilidad de regularizar a la víctima. Pero eso no le devolverá el brazo.
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